Durante y después de ejercitarnos, la hidratación es fundamental. El someternos a trabajo físico nos obliga a tener a la hidratación como pieza fundamental para una buena ejecución y equilibrio corporal.
A través de la transpiración, nuestro cuerpo pierde agua, eso ocasiona que nuestro corazón lata más rápido para así poder enviar nutrientes y oxigeno hacia los músculos. En paralelo, se eleva la temperatura y la presión arterial.
El aumento de la temperatura a un cierto grado inhibe a los neuroreceptores que controlan la sensación de sed. Es por ello que, en ejercicios intensos, deberá beber pequeñas cantidades de agua durante la actividad en repetidas ocasiones, aunque no sienta sed.
Cuando empieza a sentirse sediento durante el ejercicio, es síntoma de los primeros niveles de deshidratación, si continúa el ejercicio y no ingiere agua, podría experimentar mareos, calambres, pérdida de concentración y potenciales desmayos.
Por ende, procure hidratarse en repetidas oportunidades durante y posterior a la ejercitación. Si el agua es fría, mucho mejor, puesto que en ese estado es más fácil su absorción.